domingo, 13 de marzo de 2011

la cruda realidad.


Érase una vez una niña diferente a todos los demás niños a ella no le gustaba nada de lo que los demás hacían, no le gustaba ni tener que maquillarse para los demás, seguir las normas de vestimenta de los que tenía a su alrededor, ni tener que ocultar las mentiras, ni no poder decir lo que piensa, ni que tuviera que llamar la atención para entrar en un círculo, ni no preocuparse de la gente que le importaba, ni que le dijeran lo que fuera, ni que pensaran lo que fuera, ni tener que aguantar a alguien simplemente inaguantable, ni hacer amigos por interés. Pero llegó un día en el que todo el mundo era como todo el mundo y en que empezaron a ganar las batallas los más malos, en el que la amistad se medía por las cosas que dabas y por las cosas que defendías, y cada vez la gente fue cambiando más y más hasta creer ser como todos, y estar orgulloso de ello. La niña, miró a su alrededor y tomó la lógica (?) decisión de volverse como todos, para no quedarse atrás.


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